Si la esencia de la
educación es, como afirma Hanna Arendt, "la
natalidad, el hecho de que en el mundo hayan nacido seres
humanos", enseñar implica una fuerte responsabilidad y hacer teología mucho
más; porque de la forma como yo enseño hoy
será el resultado que esperamos en el futuro, es
decir, si no hice las cosas bien desde el principio
jamás voy a recoger buenos frutos, recuerda las
palabras de Jesús por sus frutos los
conoceréis…, el buen docente se conoce por los
frutos de los pensadores que de en el futuro
inmediato.En América
latina coexisten un sinnúmero de seminarios,
facultades de teologías, fundaciones universitarias,
universidades teológicas y pensadores para cada
público, los hay desde los más conservadores
hasta los más fanáticos y en el medio
están los que reflexionan, los que hacen
teología a otro ritmo. En esta fauna
teológica, hay que tener mucho cuidado, a veces por el
afán de estudiar, el neófito se involucra en
cualquier institución por la urgencia de un titulo ya
sea de licenciado, master y doctor. Pero, a la hora de
estudiar es bueno reconocer que legado tiene esa
institución, cuantos años viene haciendo
teología, cuantos artículos y libros han
escrito sus docentes y
eso marca la
seriedad de una institución, la seriedad de
enseñar y hacer teología.A la hora de escoger una institución, un
campo teológico que nos lleve hacer teología
surgen problemas
políticos cuando tomamos conciencia
del lugar que ocupamos dentro de este zoológico de
instituciones: ¿Asumimos como propios o
enfrentamos sus objetivos
de formación de sujetos? ¿Somos o no
conscientes de nuestras determinaciones como parte de una
estructura
que nos trasciende o que nos aliena al poder
neoliberal? ¿Nos constituimos como reproductores de un
sistema ya
establecido por la sociedad
neoliberal o buscamos alternativas de cambio?
Somos responsables de lo que elegimos cuando se presentan
estos dilemas y otros que surgen de cualquier práctica
educativa, es por ello, mi necesidad de compartir con ustedes
estas inquietudes: ¿Cómo hacer teología
en nuestros países? Responder a esta pregunta me
resulta difícil por la diversidad cultural, etnias,
etc. Pero, trataré de alguna manera ayudar al problema
planteado, para ello me basare al teólogo John Mackay,
que es uno de mi teólogos favoritos y que estuvo
inmerso en esta inquietud.Mackay creó una metáfora, que se puede
correlacionar con lo que vengo tratando en este
artículo, que es el del Balcón y el
Camino. Decía El que hay dos estilos de vida y dos
maneras de mirar el mundo. Una es la del
balcón, la de la distancia, la del espectador.
La otra es la del camino, la del peregrinaje, el riesgo y
obediencia. El balcón es el punto de vista
clásico, y, por tanto, el símbolo del
espectador perfecto, para quien la vida y el universo
son objeto de contemplación y estudio […]. Por
camino, El nos dice: "que es el lugar en que la vida se vive
tensamente, donde el pensamiento nace del conflicto
y el serio interés, donde se efectúan
elecciones y se lleva a cabo decisiones. Con el camino se
busca un fin, se corre el riesgo, se derrama a cada paso la
vida. (Mackay, 1957, 38).Con esto Mackay nos plantea una nueva manera de
acercarse a Dios y de nombrarlo, de pensar lo divino. Es
decir, de hacer teología que estaba íntimamente
vinculada con una práctica, una toma de
posición. "No puede haber conocimiento verdadero de las cosas
últimas [Dios, ser humano y mundo] que no haya nacido
de un serio interés y se haya perfeccionado en una
entrega y adhesión. Lo cual equivale a decir que la
verdad religiosa se obtiene solamente en el camino."
(Ibíd,) Por lo anterior, la teología
latinoamericana, se encuentra en un despertar por la
transformación social de nuestros pueblos
latinoamericanos. Hoy en día hablar de paz, justicia,
derechos
humanos, ecumenismo es sinónimo de Teología de
la Liberación en los círculos teológicos
fundamentalistas o diabólica en los círculos
teológicos neopentecostales. Mi interés en este
artículo es hacer una relectura de nuestros postulados
teológicos de donde venimos y desafiarnos a un nuevo
caminar teológicos y seguir la huella que dejó
John Mackay la del camino de los que sufren en nuestra
sociedad. Esta debe ser la preocupación y el punto de
partida de toda teología que encara una
formación espiritual y académica. Si usted
quiere profundizar sobre la teología de Mackay favor
leer mi artículo publicado por la revista
Teología y cultura:
www.teologos.com.ar¿CÓMO
SE HACE TEOLOGÍA EN AMÉRICA LATINA?
¿DESDE QUÉ PRESUPUESTO?¿CÓMO SE ENSEÑA
TEOLOGÍA EN LOS CLAUSTROS?
Esta pregunta nos lleva a buscar una metodología pedagógica, a partir de
ella se cuestiona cómo hacer accesible un cúmulo de
conocimientos a un grupo de
estudiante o al público general que no los manejan
todavía. Los distintos niveles de la educación y saberes
previos del grupo guiarán la elección de formas y
contenidos a ser utilizados durante la enseñanza. En esta parte, se convierte en
una pregunta inquietante para el profesor, ya
que intenta alcanzar los objetivos y logros propuestos en su
clase o
programa, pero
diferente para el teólogo, ya que la teología sigue
independientemente de su modo de ser transmitida. Para usted.,
que es teólogo o profesor puede desconfiar de esta
rápida interpretación de la pregunta
¿Cómo se enseña teología? Ud., me
responde con otra pregunta ¿es una pregunta
metodológica? Esta pregunta metodológica de la
indagación por como enseñar resulta sospechosa por
un motivo fundamental: en su generalidad parece desligarse de
qué va enseñar.
En efecto, se podría ir al grano
¿Cómo enseñar teología? La
interpretación supone una distinción entre forma y
contenido que no es inmediatamente evidente. ¿Es la
teología algo previo a su modo de ser transmitida? Una vez
más resulta tentador contestar que la teología es
previa a su enseñanza. La teología esta ahí,
mediatizada o cerrada por los presupuestos
doctrinales de cada denominación en particular, y la
pregunta por el cómo vuelve a convertirse en una
cuestión de traducción y aplicación: cómo
enseñar Barth, Tillich a un grupo de estudiante de nivel
secundario, cómo leer y relacionar a Hegel con la
teología en una clase de primer semestre de
teología. La pregunta por el cómo se instala en el
marco pedagógico de la búsqueda de una
metodología, del mejor modo de llevar a cabo la acción
de enseñar. Esta repetición no es casual y
está estrechamente ligada a una concepción
liberadora como diría Paulo Freire,
es decir la teología como disciplina ha
estado
cristalizada en los textos de una o varias tradiciones llamase
católica, evangélicas, etc. Al meno en nuestro rol
de docente, el teólogo se enfrenta al contenido que
pretende enseñar considerándolo otro, ajeno y
cerrado en si mismo.
Esta particular relación que se establece entre
materia a
enseñar y estudiante puede resultar pertinentes en algunos
ámbitos. En efecto, durante la formación de
teólogos, no es necesario transmitir el mayor
número de información y lecturas que en vez de
ayudarle al estudiante a un encuentro con la teología que
no resulta del todo teológica. En primer lugar, si la
teología es presentada como un cúmulo de contenidos
histórico, la clase podría convertirse en un
espacio para la aceptación dogmática del
pensamiento de los teólogos. Ayudado por la
imposición del docente que apela directamente a la
autoridad del
teólogo para justificar un determinado pensamiento. La
teología se impone dogmáticamente también
cuando se presentan las ideas rodeadas o adornada de un misterio,
afirmando que son tan complicadas y requieren tantos años
de esfuerzo y trabajo que el
aprendiz no estará motivado a discutir sobre el tema.
Todos los intercambios de ideas que se dan en el aula son
conversaciones improductivas, pero no didáctica ni menos
teológicas.
Otra dificultad que he podido rastrear es el tipo de
enseñanza dudosamente teológica. Se olvida el
intento de abarcar el contenido de un periodo o corriente de
pensamiento teológico y se hace hincapié en
el trabajo
exhaustivo sobre algunos pensadores, algunos se profundiza otros
quedan a medio camino, estos cortes se presentan como enigma a
ser descifrados por el aprendiz.
El resultado más evidente es el placer
intelectual que experimentan algunos estudiantes cuando
comprenden lo que en primera instancia les parecía
incomprensible. El reverso de este resultado es el silenciamiento
de que algunos casos, el contenido estudiado no resulta
significativo para ninguno de los actores de la clase, incluyendo
al docente. La justificación teórica más
corriente para esta práctica es dejar el espacio para la
investigación y el debate de esos
vacíos de la clase, aquí el docente necesita de la
herramienta pedagógica: didáctica teológica y
filosófica. En cualquier caso, estos encuentros con la
teología en el aula se presentan como contradicciones
entre lo que enseña y el modo en se enseña, ya que
se pretende introducir a otros en una disciplina reflexiva y
critica que sin embargo se les presenta como incuestionable o
vacía o lleno de significado espiritual, producto de la
cultura evangélica del libro: la
Biblia. Para evitar esta contradicción y ser más
productivo en la clase, les propongo como cierre de este
artículo las siguientes propuestas:
Propongo entonces intentar indagar de nuevo a la
pregunta sobre el cómo enseñar teología en
otro escenario, que para mi seria el escenario del taller
creativo y reflexivo, en el cual la pregunta por el cómo
se revele como la interrogación sobre si es posible otra
relación con la teología. Una relación en la
que la teología no sea solo transmisión de
contenido, sino que se haga teología durante la clase.
Preguntar cómo se enseña hace visible, finalmente
que la teología es lo que enseña, pero con todo lo
que ello implica. Es lo que se hace accesible y lo que se oculta,
es lo que se somete a la critica y lo que se venera
dogmáticamente, es lo que se presenta como fácil o
como difícil, es lo que se muestra
trascendente o intrascendente, es lo que tiene sentido o carece
de sentido. ¿Será posible apropiarse de la
teología como algo que se hace, no que se crea ni que se
lee, no que está ante ni que me sobrepasa, sino que se
hace en la enseñanza y el aprendizaje?
¿Podrá mostrarse la teología en la clase
como algo problemático y no solo como un problema
intelectual, sino como problema vital, como indagación
sobre lo vivido?
Estas preguntas ponen al docente en un lugar incierto,
no como espectador sino como uno de los protagonistas, si es
protagonista implica invertir prioridades. Antes están los
docentes y los alumnos, después la teología. Esta
prioridad quizá no sea del todo temporal ya que la
teología es históricamente algo que parece
antecedernos, sino más bien ontologica. Somos antes que la
teología del mismo modo que lo fueron los grandes
teólogos en la historia. Fueron antes
porque la teología no era para ellos un fin en si misma,
sino solo un medio para abordar los problemas que los
conmovían profundamente.
Comprender de este modo la relación entre la
teología y su enseñanza implica abrir un "espectro"
de problemas muy amplio, que requiere un trabajo minucioso para
cada temática; y que cada temática tenga una
relación con los problemas de nuestra gente, de nuestra
sociedad, de nuestra cultura. De hecho, que para involucrar estos
problemas en la clase necesitamos la didáctica de la
teología, de la filosofía, ya que ella nos
enseña hacer uso de todas las herramientas
audio visuales, como también el cine, el
arte, los
libros de ficción, estas quedan abierta para que otros(as)
teólogos(as) y filósofos(as) puedan ir proponiendo nuevas
formas para hacer y enseñar
teología…
Luis Eduardo Cantero
es profesor, pastor bautista colombiano. Doctor en
Filosofía. Actualmente es doctorado en el Departamento de
historia de la iglesia del
Instituto Universitario ISEDET, Buenos Aires,
Argentina.
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